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Agustina Kupsch

Patriarcado ¿Otro invento del feminismo?

Actualizado: 5 feb 2021

Etimológicamente el término “patriarcado” significa “gobierno de los padres”,su conceptualización es uno de los logros fundamentales del feminismo y hace referencia a un tipo de organización social en la que los varones ejercen la autoridad en todos los ámbitos (tanto público como privado). En resumen, se denomina patriarcado al sistema social basado en la apropiación, concentración y monopolización del poder y la autoridad por parte de los varones sobre las mujeres, niñxs, esclavxs, y demás “bienes familiares”


Kate Millet ya a finales de los 60 hacía referencia al patriarcado en tres sentidos:


  1. Como organización y estructura sociopolítica que asegura el poder de los hombres y subordina a las mujeres, por lo que la relación entre los sexos se torna en una relación política.

  2. Como ideología o sistema de creencias que sostiene este orden social apoyándose en una supuesta supremacía biológica y que se impone por la fuerza y justifica la violencia contra aquellas mujeres que desobedezcan los mandatos de género, de la familia y la sociedad patriarcal.

  3. Al género como una identidad adquirida.


0% Natural - 100% construido


El patriarcado, como organización social, se encuentra presente en los actos aparentemente más privados y personales de los individuos. Condiciona la forma en que se establecen relaciones interpersonales en todas las dimensiones: sexual, afectiva, familiar, económica, cultural y política. Además, el ordenpatriarcal también instaura relaciones de subordinación de unos varones hacia otros, los que considera inferiores, como los niños, los adolescentes, los esclavos, los considerados diferentes étnicamente, personas discas, etc.


El origen del patriarcado sigue siendo uno de los principales debates abiertos tanto en la Academia como entre feministas, en donde suele hacerse referencia al “matriarcado originario”, un modelo de sociedad organizado por las mujeres que habría desaparecido cuando los varones se apropiaron del fruto de nuestra capacidad reproductiva. Pero aunque el debate sigue abierto y muchos aspectos todavía no están claros, autorxs marxistas como Silvia Federici han señalado una hipótesis que sitúa los orígenes de la opresión femenina en una serie de cambios sociales y económicos complejos ligados al paso de la propiedad colectiva, a la propiedad privada, al aumento de la producción (y la consecuente dinámica de distribución y apropiación del excedente), y al paso de la matrilocalidad a la patrilocalidad. De esta manera, las sociedades patriarcales estarían históricamente configuradas.


Lo personal es político


Conceptualizar al Patriarcado como un sistema de opresión fue uno de los mayores logros del feminismo del siglo XX. Esta conceptualización significó darle su carácter estructural a las violencias y discriminaciones vividas por las mujeres. Ya no se trataba de vivencias individuales, de hechos “privados”, ni circunstancias particulares; Gracias a la identificación de la estructura patriarcal fue posible afirmar que era la sociedad entera la que se regía por unas normas que, de manera sistemática, oprimen (y siguen oprimiendo) a las mujeres.


Pero esta conceptualización desarrollada por las feministas europeas y estadounidenses de la segunda ola, que llevo al famoso lema “Women on the world, unite!” (¡Mujeres del mundo, uníos!) dio lugar a algunas de las posiciones políticas más importantes del feminismo radical de los años 70: la definición de la opresión de género como algo que transcendía clase y raza, la concepción de las mujeres como una clase enfrentada a otra (la de los hombres), o la existencia de unos mismos problemas que nos afectaban a todas e igualaban nuestras vidas. Esta pretensión de universalidad del Patriarcado tuvo una consecuencia directa: la proyección de los problemas de las mujeres europeas y estadounidenses blancas al resto del mundo, asumiéndolos como prioritarios y definitorios de las vidas de mujeres que no se veían reconocidos en ellos.


No todas las mujeres


Una de las críticas más importantes a esto fue la articulada por las feministas negras. En “Mujeres blancas, ¡escuchad”, Hazel Carby critica la pretendida universalidad de algunos conceptos desarrollados por la teoría feminista, entre ellos el de “patriarcado”. Carby afirmaba que los hombres negros jamás han gozado en EEUU de la posición necesaria para ejercer poder sobre las mujeres negras del mismo modo en que los hombres blancos lo hacen sobre las mujeres blancas. Además, aelagaba que las blancas no reciben el mismo trato que las mujeres negras, y dependiendo de las circunstancias pueden llegar a situarse en mejor posición social que los hombres negros. De esa manera, Carby visibilizaba que no existe un sistema de dominación de género universal que iguale la vida de todas las mujeres, sino que la realidad es infinitamente más compleja.


En una linea muy similar, algunas feministas procedentes de pueblos originarios han denunciado la existencia en sus comunidades de un doble patriarcado: un patriarcado externo impuesto durante la Conquista de América y traído por los colonizadores (arraigado ya en las dinámicas protocapitalistas de acumulación por desposesión y basado en la división sexual del trabajo), y un patriarcado interno perpetuado en el seno de las propias comunidades indígenas (y aprendido también socialmente durante la colonización)


Pero más allá de la importancia intrínseca de evidenciar las estructuras patriarcales para des naturalizar y des-normalizar las relaciones de poder impuestas histórica y socialmente por este sistema de dominación, desde Panóptico creemos que la clave está en entender que estas violencias adoptan formas específicas en función de nuestra clase, nuestra orientación sexual, nuestra procedencia étnica y racial, nuestras capacidades, etcétera.


En resumen, no se trata de igualarnos a todas en base a la aplicación de cánones, sino a tejer alianzas diversas entre mujeres y divergencias que, aún con nuestras distintas condiciones estructurales, nos reconocemos como parte de un mismo sujeto político. Contra el Patriarcado y sus violencias siempre la respuesta es: FEMINISMO INTERSECCIONAL.



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